Siempre voy a recordar con mucho cariño
a la profe Flor Ángel ´´La Tía Flor´´ una de mis maestras de secundaria, bastante
exigente, y nosotros no éramos muy fáciles de lidiar debo admitir… pero, cuando
se acercó el tiempo de dejar el colegio, sus clases cambiaron de tesitura, y
empezamos a visitar universidades para ver la oferta curricular.
Antes de bajar del autobús, siempre nos
daba ´´una cálida advertencia´´ de aprovechar el recorrido y portarnos a la
altura… -mis compañeros saben de qué hablo- Gracias Por Eso Tía Flor.
Ella siempre hablaba de que ya se
acercaba el momento de tomar las riendas de nuestra vida, y que todos llevamos
una mochila donde el colegio y nuestra familia, habían aportado para su
equipamiento… pero que solo nosotros podíamos decidir lo que íbamos a echar o
dejar fuera.
Reconozco que hubo poca atención a esas
observaciones, porque no teníamos ni la menor idea de lo que se nos venía
encima y sé que ahora, todos recordamos con mucha nostalgia ese tiempo del
colegio, los ´´Pike-Nike´´ e incluso esas tres horas seguidas de física.
Como era de esperarse, tomamos caminos
diferentes y construimos nuestra propia historia… Hay gente a la que no veo
desde nuestra graduación, y espero que la vida les haya sonreído, pero también
hay otras… que siguen muy cerca de mi corazón y de mi vida, pese a los años y
los daños.
Cuando llegué a la Vida Laboral, me
topé con la mochila que tanto mencionaba la Tía Flor, pues en la
interacción diaria con nuestros extraños compañeros, se dan diferentes
conflictos.
Aunque uno es criado con cinco hermanos
bajo el mismo techo, ninguno reacciona igual… imaginen lidiar con otras
personas con educación, valores, cultura, religión, hábitos, forma y modos
diferentes al nuestro.
Y me voy más lejos, ni los gemelos
homocigóticos son iguales… por lo que el conflicto es inherente a la
interacción humana… ahí es donde te das cuenta si tu mochila tiene, tolerancia,
respeto, empatía, amor, perdón, amabilidad.
Pero no es una mochila hermosa y
reluciente, no solo hay valores y recuerdos bonitos, también están nuestras
frustraciones, carencias, las cosas que no hemos superado, resentimientos,
malos hábitos… de todo un chin.
En la empresa nos dicen, deje fuera del
trabajo la mochila de su casa… ¡oh sorpresa! ES UNA SOLA MOCHILA PARA TODO.
Por eso hay que aprender cada día
a cargar ligero.
Hacer un gran esfuerzo de administrar,
lo que vamos a utilizar de nuestra mochila en cada momento.
Hay que encomendarnos a la Santísima
Trinidad de Dios, para que no esté organizada como algunas carteras femeninas…
y así tener a la disposición lo que necesitamos, de lo contrario, como
diría ese renombrado filósofo contemporáneo Bulín 47 –y cito- eso no se sabe donde
vayas a paraL.
La vida está en constante
trasformación, por lo que siempre hay que revisar lo que llevamos en nuestra
mochila, actualizarlo, sustituir las cosas que no nos están funcionando, sacar
los rencores, culpas, malos momentos de nuestra vida… que solo sirven para
aprender algo y continuar.
Dejar de cargar con esas relaciones que
no funcionaron, decir adiós a las personas que se fueron por una razón u otra,
y abrir los brazos a nuevas aventuras, aprendizajes, a nueva gente... porque
siempre habrá alguien a quien querer.
Recuerda... No retengas a quien se va, ni rechaces a quien llega…
Hasta La Otra.
2 comentarios:
Bravo! Bravísimo! Debemos vivir en constante transformación y crecimiento! 👏🏻👏🏻👏🏻
Mucho con Demasiado, Bendiciones Bonita
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