miércoles, 9 de septiembre de 2020

CARGA LIGERO

Siempre voy a recordar con mucho cariño a la profe Flor Ángel ´´La Tía Flor´´ una de mis maestras de secundaria, bastante exigente, y nosotros no éramos muy fáciles de lidiar debo admitir… pero, cuando se acercó el tiempo de dejar el colegio, sus clases cambiaron de tesitura, y empezamos a visitar universidades para ver la oferta curricular.

Antes de bajar del autobús, siempre nos daba ´´una cálida advertencia´´ de aprovechar el recorrido y portarnos a la altura… -mis compañeros saben de qué hablo- Gracias Por Eso Tía Flor.

Ella siempre hablaba de que ya se acercaba el momento de tomar las riendas de nuestra vida, y que todos llevamos una mochila donde el colegio y nuestra familia, habían aportado para su equipamiento… pero que solo nosotros podíamos decidir lo que íbamos a echar o dejar fuera.

Reconozco que hubo poca atención a esas observaciones, porque no teníamos ni la menor idea de lo que se nos venía encima y sé que ahora, todos recordamos con mucha nostalgia ese tiempo del colegio, los ´´Pike-Nike´´ e incluso esas tres horas seguidas de física.





Como era de esperarse, tomamos caminos diferentes y construimos nuestra propia historia… Hay gente a la que no veo desde nuestra graduación, y espero que la vida les haya sonreído, pero también hay otras… que siguen muy cerca de mi corazón y de mi vida, pese a los años y los daños.

Cuando llegué a la Vida Laboral, me topé con la  mochila que tanto mencionaba la Tía Flor, pues en la interacción diaria con nuestros extraños compañeros, se dan diferentes conflictos.

Aunque uno es criado con cinco hermanos bajo el mismo techo, ninguno reacciona igual… imaginen lidiar con otras personas con educación, valores, cultura, religión, hábitos, forma y modos diferentes al nuestro.

Y me voy más lejos, ni los gemelos homocigóticos son iguales… por lo que el conflicto es inherente a la interacción humana… ahí es donde te das cuenta si tu mochila tiene, tolerancia, respeto, empatía, amor, perdón, amabilidad.

Pero no es una mochila hermosa y reluciente, no solo hay valores y recuerdos bonitos, también están nuestras frustraciones, carencias, las cosas que no hemos superado, resentimientos, malos hábitos… de todo un chin.

En la empresa nos dicen, deje fuera del trabajo la mochila de su casa… ¡oh sorpresa! ES UNA SOLA MOCHILA PARA TODO.

Por eso hay que aprender cada día a cargar ligero.

Hacer un gran esfuerzo de administrar, lo que vamos a utilizar de nuestra mochila en cada momento. 

Hay que encomendarnos a la Santísima Trinidad de Dios, para que no esté organizada como algunas carteras femeninas… y así tener a la disposición lo que necesitamos, de lo contrario,  como diría ese renombrado filósofo contemporáneo Bulín 47 –y cito- eso no se sabe donde vayas a paraL.

La vida está en constante trasformación, por lo que siempre hay que revisar lo que llevamos en nuestra mochila, actualizarlo, sustituir las cosas que no nos están funcionando, sacar los rencores, culpas, malos momentos de nuestra vida… que solo sirven para aprender algo y continuar.

Dejar de cargar con esas relaciones que no funcionaron, decir adiós a las personas que se fueron por una razón u otra, y abrir los brazos a nuevas aventuras, aprendizajes, a nueva gente... porque siempre habrá alguien a quien querer.

Recuerda... No retengas a quien se va, ni rechaces a quien llega… 

Hasta La Otra.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Bravo! Bravísimo! Debemos vivir en constante transformación y crecimiento! 👏🏻👏🏻👏🏻

Unknown dijo...

Mucho con Demasiado, Bendiciones Bonita